Cuando llegaba el dia
de sentirse ciervo ,cosechaba mentas del jardin (de esas que crecian al lado
del caminito de piedra) ;sus sentidos se
agudizaban ,asi es que olisquear el aire y mirar mariposas se convertian en
tarea principal .Este juego de reconocerse como
otros seres y cambiar ,era un secreto tan bello ,que solo podia habitar
en su cuerpito de niña.
Ya en la cocina
encendia fuego con atencion,como recomendaba su abuela ,y solita se preparaba
un te.
Gracias al don de
extrema sensibilidad que siendo ciervo tenia ,sorbo tras sorbo ,la invadian
cosquillas suavecitas en la panza ,como si las mariposas que habia visto ,le
aletearan por dentro ,sintiendo la frescura y el verde de la menta.
Cerro los ojos.Y presintio...
que se acercaba el
dia de sentirse pajaro.